
Dios está preparando Su casa y nos llama a limpiar los obstáculos espirituales que impiden el fluir de Su presencia. Antes del avivamiento, es necesario el arrepentimiento y una relación diaria con el Espíritu Santo. Vivamos una fe auténtica, dejando atrás los “troncos” que estorban el río de Dios en nuestras vidas.
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